Homínidos, seres unicelulares, y evolución

Evidencia genética demuestra que hay trazas de ADN Neanderthal en el Homo Sapiens moderno.

Hace unos 3,500 a 3,800 millones de años, la vida se presentó en la tierra, comenzó a darse a partir de aminoácidos básicos que dieron forma, debido a una sucesión de eventos desconocidos, a los primeros seres unicelulares. Es un hecho que desconocemos qué circunstancias propiciaron la evolución de dichos aminoácidos en células, sin embargo, podemos asegurarnos debido a la observación, como parte del método científico, que la evolución ha ido en constante avance desde aquel entonces. Es un hecho científico. La adaptación, selección natural, y migraciones han propiciado desde el origen de la vida en la tierra la evolución de las especies. Es la alimentación también un importante factor a tomar en cuenta, ya que la adquisición de energía es imperativa para sustentar la vida. De una forma muy burdamente explicada, los primeros seres unicelulares adquirían energía y realizaban mitosis para reproducirse. La evolución es en parte un proceso que mediante la adaptación busca simplificar las cosas: La reproducción, la alimentación, la transmisión de características únicas (herencia), y un largo etcétera. Por medio de la evolución, se facilitan los procesos para que los seres vivan mejor adaptados a su entorno, así pues, los seres del reino vegetal comenzaron a adquirir su energía del sol, por medio de un proceso llamado fotosíntesis. La evolución llevó a los siguientes seres, del reino animal, a adquirir sus fuentes de energía, ergo alimento, ingiriendo plantas que ya habían sintetizado esa energía, y más adelante se presentaron seres animales cuya alimentación provenía de otros animales. Así, la evolución hizo que estos encabezaran la cadena alimenticia al adquirir su energía ya sintetizada de otros seres vivos. Cada periodo geológico, observamos la aparición y desaparición de miles de formas de vida diferentes, cuyos mecanismos de alimentación y reproducción se ven mejor respecto a los seres vivos de periodos previos. No es de extrañar que los mamíferos y entre ellos los homínidos, sean de aparición bastante reciente en el árbol de la vida, mientras que seres unicelulares, marinos básicos, y plantas, sean mucho más anteriores. Esto nos lleva a racionalizar sobre los mitos que la humanidad a generado durante su existencia y por medio del pensamiento crítico y la lógica, ayudar a clarificar, en pleno siglo XXI, las ideas retrógradas de la humanidad.

Es probable que el hombre de Neanderthal haya sido el primero, debido al volumen cerebral y las capacidades cognitivas, en realizar cuestionamientos profundos sobre la muerte y el más allá. Esa proto-mentalidad, propició la conservación de la especie (aunque se extinguió frente al Sapiens, las trazas de ADN Neanderthal en la humanidad moderna indican una evolución del mismo), el sentido tribal y de entorno, y por medio de migraciones y adaptación, así como de la reproducción y cruza entre especies; la evolución que desembocó en nosotros: Homo Sapiens. El hombre de Neanderthal, al ver morir a los suyos, y a los animales alrededor, al ver al sol ir y volver, al ver patrones formados en las estrellas, se dio a la tarea de pensar. En una época de innegable ignorancia e inocencia, el Neanderthal creó mitos devenidos de la observación. Por ejemplo, el más allá.

Los hermanos Bouyssonie, prominentes católicos, descubrieron en 1908 restos neanderthales con unos 50,000 años de antigüedad en una cueva situada en La Chapelle-aux-Saints, Francia. De acuerdo a sus hipótesis, la posición del cuerpo (fetal) y ciertos artículos, como herramientas, que se encontraban en la zona donde fue encontrado, indicaban que había sido enterrado siguiendo un protocolo, un proceso de forma intencionada. Ahondando en dichas observaciones, se deduce que quienes formaron aquel entierro y ritual tenían capacidad de pensamiento simbólico, mágico, y veían una posibilidad de vida después de la muerte. El hecho de que estos hermanos provinieran del clero católico, y ciertas dudas sobre sus técnicas arqueológicas, causaron dudas entre la comunidad. Parecía que ante la aplastante evidencia de la evolución, su trabajo intentaba demostrar que el humano, incluso en sus formas ancestrales, era capaz de creer en algo y adorar dioses. No estaban tan errados, sin embargo, parte de la evolución misma radica en ese tipo de pensamiento mágico. Si bien es notorio que una cosa parece estar peleada con la otra, al parecer no es así. Y no estoy emitiendo ningún juicio a favor de la existencia de dioses, sino todo lo contrario. Explico: El hecho de que la humanidad, los homínidos pre-humanos (en el estricto sentido “Homo Sapiens”), tuvieran la concepción de las divinidades como creadores y protectores, les dio ante sí mismos un aura de especialidad que ayudó a fomentar la perpetuación y reproducción de la especie. Así, los homínidos comenzaban, debido a su inteligencia, a sentir un halo de superioridad sobre otros seres vivos, y debido a esa misma inteligencia, creaban historias y mitos respecto a porqué eran especiales. Porque, según el pensamiento del Neanderthal, era posible que fueran producto de una creación divina. Gran paradoja. La creación del pensamiento mágico ayudó a perpetrar la especie de la mano de otro gran enemigo de la religión: El sexo.

La evolución conserva características de las especies que ayuden a su existencia y expansión, o bien, encuentra en mutaciones y cambios, el camino para que la vida se abra camino. Los primeros seres unicelulares se reproducían por mitosis celular, sin embargo, con la evolución de las especies se dio la reproducción sexual. En primer instancia, este tipo de reproducción fomenta la recombinación de características positivas entre individuos que puedan ser heredadas, mejoradas, o que puedan subsistir entre otras características negativas. La reproducción y la evolución no son perfectas, la perfección nace del pensamiento mágico religioso y no es una característica existente entre los seres vivos, así, los defectos pueden ser heredados, al igual que las enfermedades o la propensión a adquirirlas. En segunda instancia, los cuerpos de los seres vivos que experimentan reproducción sexual han adquirido características tales como la atracción hormonal, la capacidad de hacer ritos de apareamiento, como lo hacen las aves y hacían los dinosaurios, las feromonas y, el que nos atañe como seres humanos, el placer sexual. El placer genital deriva tras miles de años de evolución, con un único objetivo: Al no estar los humanos atados a periodos específicos de “celo” reproductivos como otras especies, la naturaleza propició la evolución de ciertas características que hicieran del medio de reproducción, el sexo, algo sumamente deseable. Es por ello que el placer se convirtió en un gran aliciente para que la especie se pudiera reproducir.

Con esto queda establecido que la vida en la tierra se ha dado en periodos de tiempo muy largos, explicaré como con los isótopos radioactivos se puede determinar la edad de los fósiles encontrados. Es química y física en su mejor expresión, no está en tela de juicio ni es una hipótesis más, ni puede ser aplastado o ignorado por ideas de la edad de bronce.

La datación radiométrica, datación radioactiva o datación por radioisótopos es una técnica utilizada para datar materiales como rocas, minerales y restos orgánicos, en los que se incorporaron de manera selectiva impurezas radiactivas cuando se formaron. El método se basa en la comparación de la abundancia de un radionucléido de ocurrencia natural dentro del material con la abundancia de sus productos de descomposición, que se forman a una tasa constante de desintegración conocida.​ El uso de la datación radiométrica fue publicado por primera vez en 1907 por Bertram Boltwood — a partir de una idea ya avanzado por el británico Ernest Rutherford en 1905 — y ahora es la principal fuente de información sobre la edad absoluta de las rocas y otras características geológicas, incluida la edad de las formas de vida fosilizadas o la propia edad de la Tierra, y ​​también se puede utilizar para datar una amplia gama de materiales naturales y artefactos antiguos.​ Al permitir el establecimiento de escalas de tiempo geológicas, proporciona una importante fuente de información sobre las edades de los fósiles y las tasas deducidas de cambio evolutivo.

​ Entre las técnicas más conocidas están la datación potasio-argón, la datación uranio-plomo y la datación por radiocarbono (basada en la desintegración del isótopo carbono 14), comúnmente utilizada para la datación de restos orgánicos relativamente recientes, de hasta 60 000 años.

Los diferentes métodos de datación radiométrica varían según sea la escala de tiempo en la que son precisos y de los materiales a los que se pueden aplicar.

Toda la materia ordinaria se compone de combinaciones de elementos químicos, cada uno con su propio número atómico, que indica el número de protones en el núcleo atómico. Además, los elementos pueden existir en diferentes isótopos, con cada isótopo de un elemento difiriendo en el número de neutrones en el núcleo. Un isótopo particular de un elemento particular se llama nucleído. Algunos nucleídos son inherentemente inestables. Es decir, en algún momento en el tiempo, un átomo de tal nucleído sufrirá un decaimiento radioactivo y se transformará espontáneamente en un nucleído diferente. Esta transformación se puede lograr de varias maneras diferentes, incluida la desintegración por emisión de partículas alfa y la desintegración beta por emisión de electrones, emisión de positrones o captura de electrones. Otra posibilidad es la fisión espontánea en dos o más nucleídos.

Si bien el momento en el que un núcleo particular se desintegra es impredecible, una colección de átomos de un nucleído radiactivo decae exponencialmente a una tasa descrita por un parámetro conocido como vida media, generalmente dada en unidades de años cuando se estudian las técnicas de datación. Después de que haya transcurrido una vida media, la mitad de los átomos del nucleído en cuestión se habrán desintegrado en un nucleído “hijo” o producto de desintegración. En muchos casos, el nucleído “hijo” en sí mismo es radioactivo, lo que resulta en una nueva cadena de desintegración, que finalmente termina con la formación de un nucleído “hijo” estable (no radioactivo); cada paso en tal cadena se caracteriza por una vida media distinta. En estos casos, generalmente la vida media de interés en la datación radiométrica es la más larga de la cadena, que es el factor limitante de la velocidad en la transformación final del nucleído radioactivo en su “hijo” estable. Los sistemas isotópicos que han sido explotados para la datación radiométrica tienen vidas medias que van desde solo unos 10 años (por ejemplo, Tritio) hasta los más de 100 mil millones de años (por ejemplo, el Samario 147)

Para la mayoría de los nucleídos radiactivos, la vida media depende únicamente de las propiedades nucleares y es esencialmente una constante. No se ve afectado por factores externos como la temperatura, la presión, el entorno químico o la presencia de un campo magnético o eléctrico.

La precisión de un método de datación depende en parte de la vida media del isótopo radioactivo involucrado. Por ejemplo, el carbono 14 tiene una vida media de 5,730 años. Después de que un organismo haya estado muerto desde hace 60,000 años, queda tan poco carbono 14 que no se puede establecer una datación precisa. Por otro lado, la concentración de carbono 14 cae tan abruptamente que la edad de los restos relativamente jóvenes se puede determinar con una precisión de unas pocas décadas.

Si un material que rechaza selectivamente el nucleído hijo se calienta, cualquier nucleído hijo que se haya acumulado a lo largo del tiempo se perderá por difusión, lo que pondrá a cero el reloj isotópico. La temperatura a la que sucede esto se conoce como temperatura de cierre o temperatura de bloqueo y es específica de cada material en particular y sistema isotópico. Estas temperaturas se determinan experimentalmente en el laboratorio mediante el restablecimiento artificial de los minerales de muestra utilizando un horno de alta temperatura. A medida que el mineral se enfría, comienza a formarse la estructura cristalina y la difusión de los isótopos es menos fácil. A cierta temperatura, la estructura cristalina se ha formado lo suficiente como para evitar la difusión de isótopos. Esa temperatura es lo que se conoce como temperatura de cierre y representa la temperatura por debajo de la cual el mineral es un sistema cerrado para los isótopos. Por lo tanto, una roca o masa fundida ígnea o metamórfica, que se está enfriando lentamente, no comienza a mostrar una disminución radiactiva mensurable hasta que se enfríe por debajo de la temperatura de cierre. La edad que se puede calcular por datación radiométrica es, por lo tanto, el momento en que la roca o el mineral se enfriaron hasta la temperatura de cierre.

La datación uranio-plomo (U-Pb) es uno de los sistemas más antiguos ​ y refinados de datación radiométrica. Se puede usar para datar rocas que se formaron y cristalizaron ​ desde hace 1 millón de años hasta 4,500 millones de años con precisiones dentro del rango de porcentaje de 0,1–1%,. Se ha logrado un margen de error de 2–5% en las rocas mesozoicas más jóvenes.

Estableciendo que la vida en la tierra ha pasado por procesos de adaptación a lo largo de millones de años, que la evolución ha propiciado la aparición de seres vivos cada vez más complejos, que la misma evolución ha hecho que la alimentación y reproducción sean canales absolutos para existencia, expansión, y adaptación de los seres vivos, nos da a entender algo de forma muy clara y sencilla. ¿Porqué un dios todopoderoso, cuya magia puede desafiar las leyes de la física, tendría que ser la respuesta al origen de la vida en la tierra? En el pasado dios era la respuesta para lluvias y sequías, tornados, terremotos, inundaciones, existencia, y demás, un largo etcétera. Día a día la ciencia ha descubierto la respuesta a estas interrogantes, y la respuesta correcta jamás ha sido dios. ¿Porqué habría de serlo para la vida en la tierra? Más profundamente, ¿porqué un ser todopoderoso cuya magia puede ignorar las leyes naturales, no simplemente creó de forma perfecta la tierra, a los seres vivos más avanzados de una vez, sin pasar por esos largos periodos de adaptación y por seres unicelulares tan básicos? ¿Qué utilidad tendrían dentro de un “plan perfecto” para crear máquinas inertes de adoración (humanos) las cianobacterias? ¿Porqué no simplemente crear un sistema de respiración perfecto? ¿Porqué todos los seres vivos comparten una serie de características como las extremidades en los cuadrúpedos, los órganos internos, los tipos de reproducción, etc? Era más fácil para un ser todopoderoso y mágico ignorar esas leyes y crear a voluntad seres perfectos. Saltarse pasos fundamentales para la vida como la alimentación y su posterior excreción, la reproducción, etc. Y qué decir de mitos como aquel que indica que el ser humano era perfecto hasta que desobedeció, cuando el simple hecho del andar bípedo es producto de una imperfección evolutiva.

Ahora sí, habiendo asentado los factores que determinan la fiabilidad de la evolución y lo arcaico del pensamiento mágico, vayamos a analizar en próximos artículos cuestiones comunes y malas concepciones, como el famoso y altamente ignorante “es sólo una teoría”.

Published by Julien Dordellie

Science and pop culture author. Real nerd.

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